𝕬cabo de terminar de leer "los ocultistas", una novela de Polly Shattel, publicada por una editorial de la que cada vez vamos teniendo más libros en casa y que nos gusta mucho debido al cuidado de sus traducciones, presentación y calidad de impresión: Dilatando Mentes.
La novela en cuestión me ha enganchado y, al hilo de su lectura, fui viendo atisbos de "goticidad" que justifican que la comente en este blog, pues siempre es de agradecer que se siga escribiendo novela gótica en pleno siglo XXI. Cuestión que, en particular, nos inspira a los que pensamos y sostenemos que, como género independiente, la "novela gótica" existe y es algo vivo.
Comencemos por hablar algo de la escritora, pues vale la pena darla a conocer, y para ello he realizado una traducción libre y personal de lo que de sí misma comenta en su web oficial:
"Polly es una escritora y cineasta que ha escrito y dirigido tres largometrajes premiados y distribuidos internacionalmente, y varios guiones han sido seleccionados por importantes productoras. Su primera novela, "The Occultists", fue publicada por Journal Stone en 2020.
Ha impartido clases de dirección, guion y montaje cinematográficos en la Universidad de Carolina del Norte, en Nueva York y en otros lugares. Orgullosa y apasionada transgénero, vive en las montañas de Asheville, Carolina del Norte, con su mujer y tres animales salvajes".
El argumento es muy atractivo: Max Grahame es un chaval que vive en un pequeño pueblo llevando una vida algo penosa, junto a su padrastro violento y su madre enfermiza. Pero he aquí que, gracias a un trabajo temporal que consigue en la oficina de correos, y al jefe de ésta, entra en contacto con un matrimonio que estudia y practica el Espiritismo junto a otros que, de cuando en cuando, se reúnen a tal fin.
Sin pretender desvelar la trama, comentar que Max Graham viajará, desarrollará sus facultades digamos "preternaturales" y, tras una serie de peripecias, terminará en Nueva York donde entra en contacto con Madame Z y "el coronel" que, aunque la autora evita citarlos, no son otros que Madame Blavatsky y el coronel Henry Olcott, fundadores ambos de la Sociedad Teosófica.
Mi crítica sobre esta novela va a ser doble; por un lado vamos a ver los elementos góticos que pueda haber en ella y, en segundo e inevitable lugar, voy a hablar del tratamiento que la autora hace del Espiritismo y de la Teosofía (inevitable, digo, porque como sabéis, quien escribe estas palabras -osea yo- practico y estudio el espiritismo desde 2014 o así, y soy miembro de una Sociedad Espiritista en Madrid).
Vamos a lo propio de este blog: la cuestión literaria. Debo reconocer que esta novela es magistral, desde el punto de vista de su "goticidad" y tiene todos los elementos que, los entendidos, consideran que debe de tener una novela gótica que se precie, y que así ha sido desde El Castillo de Otranto, de Horace Walpole:
- tenemos, uno no, sino varios seres misteriosos o inexplicados que aparecen, asustan, inquietan: elementales de la Naturaleza, espíritus, seres invocados, hasta Mahatmas del Tibet. Maravilloso todo.
- Todo ello con una trama familiar complicada; trama no de lazos de sangre, sino espirituales, de una serie de personas con cierta dosis de mediumnidad que les lleva a poder contactar con otra dimensión, plantear preguntas, obtener respuestas y todo ello en medio de una vida difícil, complicada, insegura.
- No tenemos un castillo medieval (por Dios, estamos en Alabama, EEUU) pero sí una construcción que evoca algo parecido y, yo diría, aún más perturbador: un hospital psiquiátrico, medio abandonado, que un grupo de espiritistas utilizan como "centro de estudios" para formarse y experimentar. Construcción a la que no falta un auténtico laberinto en su sótano. Es inevitable, al leer estos párrafos, no recordar la descripción que Walpole hiciera de los subterráneos del Castillo de Otranto, siglos antes, en 1764. Más aún cuando, al igual que en esta novela, en los Ocultistas también se da un secuestro en esos ambientes.
- Nos dicen los expertos que en una novela gótica debe existir cierta "sexualidad larvada", dado que las obras más destacadas de este género se produjeron en la Inglaterra victoriana. Dudo que ese concepto se pueda aplicar a los Estados Unidos pero lo cierto es que la autora sí mantiene cierta tensión sexual entre el protagonista y su amiguita hasta casi el final en que la sexualidad, digamos, se "deslarva" y, por no ser vulgar, digamos que "consuman". Sin pretender ser mojigato, entiendo que las escenas de sexo ayudan a vender una novela pero ¡señora Schattel! no olvide que ha ubicado su novela en pleno siglo XIX, en el que las relaciones íntimas no eran igual que a partir de la década de los 60s del siglo XX con la Revolución Sexual. Para mí, mira por donde, es el único anacronismo que he percibido en esta novela.
- Por último, el ambiente. Es el típico ambiente gótico de una novela de este género que se precie. La lectura provoca en el lector esa sensación de "uncunny", que dicen los ingleses, y que yo describo como de "tráeme la rebequita, que me la echo por los hombros, porque esta novela me está dando nosequé regomello por la espalda". Y para mí, esa sensación, es de goticidad. Sin dudarlo.
¡Bravo, por tanto, por la señora Shattel!
Ahora bien, llegamos a la parte menos literaria y, quizá, más de fondo del tema. Como os comentaba antes, soy estudioso y practicante del espiritismo desde 2014 y, cada semana, participo en una mesa mediúmnica que celebramos en la Asociación Espiritista a la que pertenezco. Y esto no lo digo por presumir sino para transmitir que, hombre, algo de idea sobre espiritismo y ocultismo, tengo. Y debo decir que el espiritismo está a años luz de lo que Polly Schattel comunica en su novela. De hecho, pienso que utiliza los prejucios que la gente tiene sobre el espiritismo y que no va más allá de películas y series de TV o de programas de "cazafantasmas". Y, lo siento, porque eso no es Espiritismo. No es este el lugar para exponer qué es el auténtico espiritismo pero, en todo caso, si alguien está interesado, le animo a leer El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec.
En cuanto a esa pretendida confrontación entre Espiritismo y Teosofía, pienso que es ficción y está un poco llevada al límite. Si es cierto que Mme. Blavatsky, quien en sus primeros tiempos practicara el Espiritismo, evolucionó y llegaría a desaconsejar el ejercicio de la mediumnidad aunque, paradójicamente, ella continuó escribiendo libros en trance o, cuanto menos, inspirados por ciertos "maestros ascendidos". Posiblemente en el siglo XIX existieran discrepancias entre las sociedades teosóficas y espiritistas pero no creo que fueran más allá de las típicas discusiones que pudiera haber con movimientos evangélicos o filosóficos. Cada cual defiende lo que cree pero de ahí a inferir que el Espiritismo buscara un dominio mundial pasando por ocasionar un caos previo, creo que es algo forzado, falso y, que queréis que os diga, mal desarrollado en su novela porque, en realidad, no aporta nada a la misma, salvo que la autora esté pensando en una segunda parte.
En todo caso, no os confundáis con estos comentarios míos: insisto, es una novela que me ha gustado, la parte "gótica" está muy bien tratada, el estilo es elegante, bien redactado y, a la vez, entretiene. Por ello, sin ambages lo digo, es muy recomendable.
Y ¡ah! feliz salida del "año viejo" 2022, y muy Feliz Año Nuevo 2023.
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