Y al día de hoy, que irónicamente es 28 de diciembre, fiesta en que algunos rememoran el degüello de los "santos inocentes" y otros publican gilipoyeces en la prensa a modo de inocentada; es hoy, digo, que vuelvo a mi blog, pero no para comentar una novela gótica (que todo se andará) sino para hablar sobre una pintura que, en su simplicidad, me fascina. El vampiro, vampire; creada en 1893 por Munch.
Lo cierto es que su título original no fue "el vampiro" sino "amor y dolor" (Love and Pain) y no sería hasta posteriormente en que cierto crítico, friky de los vampiros, la daría a conocer por su nuevo nombre. En realidad Munch sostenía que en su obra no había nada más que una mujer besando a un hombre en el cuello. El cuadro está depositado en The Munch Museum de Oslo y, los entendidos, lo clasifican como expresionismo simbólico. Ea.
Parece ser que los nazis, tan íntegros ellos, declararon esta pintura como "moralmente degenerada" si bien, la miremos con los ojos que la miremos, no deja de verse a un hombre angustiado abrazando a la mujer quien parece intentar recomfortarle. Pero, como saben, los críticos de arte saben más, mucho más, y mientras algunos han visto en el cuadro un reflejo de las citas de Munch con prostitutas, otros han intuido un tipo de macabra fantasía sobre la muerte de su hermano y, para un tercer grupo hay claras connotaciones sadomasoquistas evidenciadas, por supuesto, en el color rojo de su pelo y vestido. La oscuridad del fondo y vestimentas negras del hombre, harían todo lo demás. Sin duda, los críticos saban más, mucho más.
Interpretaciones ajenas aparte, confieso que el cuadro me atrae mucho así que aquí os lo traigo aprovechando para desearos un feliz final de año y todo lo mejor para el 2018.
En Madrid, a 28 de diciembre del año 3º del reinado de S.M. Felipe VI.
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