Hemos comenzado una nueva etapa del Taller de Literatura Gótica y me parece una buena ocasión para retomar este blog en el que, entre otras cosas, pretendo precisamente publicar un resumen de las conclusiones a que llegamos cada semana en ese taller, así como un esbozo de las novelas que vamos comentando.
En la reunión del jueves 19 de febrero, recordamos las características de la novela gótica, si ésta existe como tal y las diversas etapas por las que ha pasado. Aunque ya publiqué en este blog algo al respecto, siempre es buena ocasión para recordar...
"Uncanny". Este es el término inglés que caracteriza una novela gótica y que nos puede dar la clave para determinar si una obra es gótica, de terror, de miedo, negra o policíaca. No existe en español ninguna palabra para expresar lo que se quiere decir con "uncanny"; si acudimos al diccionario de traducción online "wordreference." se nos traduce:
Principal Translations
uncanny adj (ability) (habilidad) sorprendente adj
asombroso adj
Additional Translations
uncanny adj (un-natural) extraño adj
asombroso adj
raro adj
inesperado adj
Otros diccionarios, como el Oxford, nos traduce "uncanny" como "siniestro", "ominoso"
Y, con todo, pienso que no encontraríamos una palabra en español para representar lo que un inglés querría decir con "uncanny" porque a siniestro, le añadiría un matiz escalofriante.
Y esta es una característica esencial de la novela gótica: es "uncanny". El resto de características, que luego enumeraremos, se podrán dar en mayor o menor grado, o incluso no darse, pero si falta "uncanny" deberíamos sospechar sobre la "goticidad" de la novela en cuestión. "Uncanny" es casi algo físico, se nota en la piel... es, por así decir, estar leyendo El Resplandor, el Castillo de Otranto o Cumbres Borrascosas y sentir un escalofrío y cierto regomeyo que, a pesar del calor ambiental, te lleva a decir o pensar "tráeme la rebequita, que me la echo por los hombros, que estoy sintiendo frío". Eso es "uncanny".
La novela gótica surge a finales del siglo XVIII consecuencia, en gran medida, de la Revolución Francesa que terminaría con la época del racionalismo y marcaría el origen del romanticismo. El final de los tres estamentos -nobleza, clero, pueblo- propiciaría el acceso de la gran mayoría a la cultura y, en particular, de las mujeres. Y es que, sí, inicialmente fueron las mujeres quienes leerían -y en algunos casos escribirían- novela gótica. Es más, curiosamente, en Inglaterra, el acceso a la novela gótica se hizo popular porque comenzó a editarse por capítulos en folletines semanales con el nombre de "chapbooks", "bluebooks" o "penny dreadfuls".
Las características generales de la novela gótica, si seguimos a César Fuentes Rodríguez ("Mundo gótico") son las siguientes:
- la trama sucede en un castillo, caserón, abadía... se le da una gran importancia al elemento arquitectónico.
- Se desarrolla en una atmósfera de misterio y suspense. De "uncanny".
- Se suelen dar tramas familiares, desapariciones, sorpresas en el linaje de los protagonistas.
- Surge una profecía ancestral...
- Se producen hechos sobrenaturales o de difícil explicación lógica.
- Las emociones se llevan al límite. se desbocan, hay pánico, paranoias, desmayos, las damas se indisponen y deben permanecer en cama durante días...
- Erotismo larvado. Es decir, no explícito pero fácilmente detectable.
- Falacia patética, expresión que significa que los elementos naturales te predisponen a lo que a continuación va a suceder. Por ejemplo, cae la niebla y aparece un vampiro... se forma una tormenta y surge un fantasma...
Además, no debemos olvidar, que la novela gótica "bebe de las fuentes de los clásicos", por lo que no es infrecuente que aparezcan símbolos, como el laberinto o recurso a la mitología griega.
Distinguimos tres periodos en el desarrollo de la novela gótica:
1. Etapa previa o los inicios, a finales del siglo XVIII. Destacan unas primeras novelas en las que comienzan a destacarse las caractarísticas antes comentadas: El Castillo de Otranto (Horace Walpole), Los Misterios de Udolfo (Anne Radcliff), El Monje (Matthew Gregory Lewis)...
2. Apogeo, que coincide con la pimera mitad del siglo XIX y grandes autores como E.T.A. Haffmann, Mary Shelley y su "Fankenstein", John Polidori y su "El Vampiro", Charles Maturin en "Melmoth el Errabundo", Edgar Allan Poe en "La Caída de la Casa Usher", "El retrato oval" o, especialmente, "Ligeia" y ¡oh sorpresa", Amily Brontë en "Cumbres Borrascosas" que, aunque no lo pareciera en principio, sí, debemos clasificarla como una novela gótica.
3. Ocaso, coincidente con el resto del siglo XIX hasta el final. Varios autores y no toda su producción sería gótica, por lo que hay que señalar obras puntuales, como "El guardavías" (Charles Dickens), "Carmilla" (Sheridan Le Fanu), "El extraño caso del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde" (R.L. Stevenson), "El retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde), "El gran dios Pan" (Arthur Manchen), por supuesto "Drácula" (Bran Stoker) o "Una vuelta de tuerca" (Henry James)
Estas serían las tres etapas de lo que propiamente estudiosos y académicos consideran "novela gótica". Pero claro, los que no somos estudiosos ni académicos, los que no queremos poner etiquetas a todo ni clasificar a las personas en "hetero", "bi", "homo" o "asexuales", los que, en definitiva, pensamos que es un error pretender dar prestigio a la cultura gótica ligándola al mundo universitario, nos planteamos ¿y qué pasa con novelas que "el cuerpo nos pide considerar como góticas" pero que han sido escritas en los siglos XX y XXI?
Pues no hay una respuesta única. Los puristas dirán que no, que no se puede hablar propiamente de "novela gótica"; los demás diríamos que, lo mismo que los góticos no mueren -aunque ya no vistamos de negro- tampoco la novela gótica est mort. Y, en consecuencia, si se siguen dando las características básicas -el uncanny- seguiríamos hablando de novela gótica, aunque esta no esté ambientada en un castillo o abadía sino en un hotel de las montañas de colorado o en una nave espacial. Podríamos citar así novelas como "The yellow Wallspaper" (Charlotte Perkins Gilmon), "El corazón de las tinieblas" (Joseph Conrad), las maravillosas historias de fantasmas de Algernon Blackwood, "El Castillo" o "El Proceso" de Kafka -con ciertos matices-, toda la obra de H.P. Lovecraft, "Rebeca" de Daphne du Maurier, "El resplandor", de Stephen King, "El nombre de la rosa" de Umberto Eco o, tomad nota y salid corriendo a la librería más cercana para adquirirlo (o bien no salgáis corriendo, pero adquirirlo online), "Matar un Vampiro", de Javier Herce.
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