Esta fue la siguiente novela que leímos y comentamos en el Taller
de Literatura Gótica. De todos es conocida esta historia, tal vez más por el
cine, pero que, en todo caso, sorprende volver a leer y a meditar.
De entrada,
hay que recordar que “Frankenstein” no es el nombre del “monstruo”, sino el
apellido de su creador, Victor Frankenstein, si bien, al finalizar la novela,
deberíamos plantearnos quién es el auténtico monstruo, si el creador o la
creatura…. Y, permitidme ya de entrada una “ida de olla”, si debiéramos
extrapolar la novela a la narración bíblica del Génesis y decidir si el ser
humano es un monstruo y, entonces, qué pretendía el creador…. ¿Estarían estos pensamientos
en la mente de Mary Shelley?
(Os animo a leer una biografía de Mary Shelley y admirar
tanto su educación para el hecho de ser una mujer de la Inglaterra victoriana
del XIX, como su personalidad libre e independiente, a pesar de las críticas y
maledicencias. Sin ir más lejos, la Wikipedia ofrece un buen semblante. Aquí,
nos basta con remarcar el hecho de que fue una de las protagonistas de aquél
encuentro de 1817, a las orillas del lago Ginebra, en Villa Diodati, junto a
Lord Byron, John William Polidori, y Percy Shelley –marido de nuestra
escritora-. Reunión que, en una noche de tormenta, se decidió que cada uno
escribiera una novela de terror, y donde nacería Frankenstein.
Al finalizar la novela hay una pregunta que nos ronda…. ¿Es “gótica”
la novela de Frankenstein? La doctrina sobre el particular “no es pacífica”
pues, de hecho, hay estudiosos del tema que afirman que estamos ante la primera
novela de ciencia ficción y que, si se clasifica de “gótica” es sólo para no
perder a Mary Shelley de la lista de autores góticos, con el consiguiente
desprestigio del género. Personalmente, sin embargo, pienso que la novela tiene
suficientes elementos para considerarla “gótica”. Cierto que no aparece un
castillo misterioso o una abadía tenebrosa pero… ¿no es el laboratorio de
Victor un espacio misterioso, aislado, lúgubre donde vemos, al menos
simbólicamente, la figura del castillo? ¿No nos encontramos con una serie de
tramas familiares que desembocan en tragedia debido al engendro (que viene de
engendrado) busca mitigar su soledad y el odio que despierta en los demás? ¿No
nos encontramos ante elementos llevados al límite, a la exageración, tan propio
del romanticismo? Bien, es una opinión personal, aunque la polémica permanece
abierta.
La estructura de la obra es curiosa: anteceden cuatro cartas
que caldean el ambiente y preparan al
lector para el relato sobrecogedor que vendrá después en una serie de
capítulos. De las cartas, quiero mencionar algo que, tal vez no venga a cuento,
pero que me ha llamado la atención: la primera carta, de Robert Waldon a su hermana,
la Sra. Saville, está fechada el 11/12/1717, contándole que va a embarcar en un
ballenero con rumbo al polo norte. A partir de ahí se suceden otras cartas
donde la autora no menciona el año, así por ejemplo, habla del 25 de marzo de
17.. . La cuestión es que posteriormente, habla de un lunes, 31 de julio de
17.. que, por lógica, debemos suponer que se refiere al 31/07/1718 pero que, si
vemos el calendario, vemos que ese día fue domingo por lo que, una de dos, o
Mary Shelley se equivocó, o se está refiriendo a un año después ya que el
31/07/2019 sí que fue lunes. Bien, en realidad esto poco añade a la historia,
salvo remarcar que el viaje fue más largo y penoso, provocando un estado de
ánimo bajo cuando avistarían, ya atrapados en el Polo Norte, lo que llaman “el
gigante”, o “el monstruo”. Será ya la novela la que explica qué hacía “el
monstruo” entre las nieves polares.
Creo que no procede realizar un resumen de la novela que, en
todo caso, os animo a leer; pero sí querría resaltar algunas cosas que me han
llamado la atención.
Aun en las cartas previas, aparece un hombre en un trineo,
persiguiendo “al monstruo”, y al que ayudan a subir al barco; por el momento no
se sabrá su nombre pero es llamativa la conversación que tiene con Robert: le
habla de la locura de estudiar los poderes de la naturaleza con el fin de
mejorar al ser humano “somos criaturas mal hechas”. Así mismo le pone en
guardia contra la investigación ciega a cualquier precio, sin una norma ética.
Este tema, muy discutido en el siglo XIX, época de inventos y descubrimientos,
sigue siendo de actualidad o, quizá, ahora más que nunca.
Otro punto: describiendo la infancia de Victor, se ennumera
una serie de autores, desde Cornelio Agripa a Paracelso y Alberto Magno, y unas
pinceladas de sus teorías sobre la metafísica y la filosofía natural. Todo ello
pone de manifiesto la gran formación de Mary Shelley.
Victor Frankenstein ¿y, por tanto, la autora, Mary Shelley? en
sus reflexiones pone de manifiesto sus creencias. Así se confiesa como “materialista”
(en el sentido de que no cree en el alma, sólo en la materia), rechaza el mundo
espiritual, sobrenatural, etc. Para él, un cementerio, es sólo un sitio con
cuerpos sin vida. Este punto de vista, sin duda, es el principal escollo para
considerar “gótica” la novela, pero me remito a lo que comenté al principio.
No se describe al monstruo y sería bueno que nos quitáramos
de la cabeza la imagen que todos tenemos diseñada en los estudios de cine, al
menos, durante la lectura de esta novela. Como mucho se habla de sus ojos
amarillos…. Se hace notar que su creador, Victor, no le pone nombre porque no
desea considerarlo una persona. De hecho, nos planteamos si “el monstruo” nació
“malo”… ¿qué se puede esperar de alguien a quien todo el mundo amenaza, insulta
o echa a correr, alguien que vive en soledad? Reiteramos la pregunta del principio
¿quién es el monstruo, la criatura o el creador…. el hombre o Dios?
Este paralelo, desde mi punto de vista, se aprecia aún más
en la conversación que Victor mantiene con “la criatura”. Esta le confía que se
siente solo y desgracado, que todos le odian y le pide compasión; la compasión
del creador a la criatura… ¿no recuerda el mito del Génesis de la creación del
hombre o, incluso, la del Ángel Caído?
Avanzo hasta el Capítulo XV, muy interesante. El monstruo
habla de sí y reflexiona sobre quién es,
de dónde viene, adónde va… ¿os suena? ¿No son preguntas muy propias de la
naturaleza humana. También habla de “la desgracia de ser diferente”, del miedo
al rechazo por ser distinto y de la soledad… Ni más ni menos que Mary Shelley
se ha anticipado un siglo y medio en poner de manifiesto el drama social de las
minorías.
Y paro aquí para no alargar excesivamente este post.
Frankenstein, si las múltiples películas son estupendas, no es posible, no leer
la novela. Leed y juzgad; leed y reflexionad. Leed y admirad a Mary Shelley…
gran escritora.
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