Aprovechando el puente del Uno de Mayo, hemos hecho una excursión por la comarca de Alba y Aliste, en la provincia de Zamora. Partiendo de la capital, nos hemos desplazado a visitar el templo del siglo VII de San Pedro de la Nave, hemos seguido hasta el bonito pueblecito de Pino del Oro, muy bonito en esta época del año, contemplado el "Puente Pino", obra del ingeniero Eiffel, el mismo de la Torre, parado en Grisuela para comer y regresado a la ciudad a mitad de la tarde. Una excursión que recomiendo, más en esta época del año en que, tras las lluvias, el campo está bordado de todos los colores. (Foto mía, vista general, desde el pórtico)
A continuación voy a publicar algunos apuntes sobre la iglesia de San Pedro de la Nave de la que me ha sorprendido no sólo su antigüedad y lo bien conservada que está, sino en particular la inmensa variedad de símbolos que contiene, marcas de cantero y emblemas. (Foto mía, de una marca de cantero)
¿Por qué "San Pedro"? ¿Por qué "de la nave"?
Al parecer las advocaciones iniciales eran a S. Pedro y a S. Pablo, que también son patrones de la ciudad de Zamora, se perdería con el tiempo al segundo. Con todo, el templo alberga el sepulcro de otros dos santos, los "santos barqueros" que, si bien no dieron su nombre, sí son objeto de culto: los santos Julián y Basilea, casados ambos, entre sí. Este San Julián, Confesor, se hizo cargo de una barca (nave) que servía para cruzar el río Esla, en la zona del emplazamiento inicial de la iglesia, de donde se derivaría el sobrenombre de "San Pedro de la Nave". Así, según Josemi Lorenzo Arribas:
El principal testimonio literario hispanomedieval referido al santo matrimonio es el célebre Himno de San Julián y Santa Basilisa, un canto epitalámico mozárabe contenido en un códice del siglo X, presente también en “Testamentus regis Adefonsi [secundus]” incluido en el Liber testamentorum de la catedral de Oviedo. No es el único ejemplo local de la devoción medieval a la santa pareja. Según el cronista de la orden benedictina fray Antonio de Yepes, el monasterio astorgano de San Dictino presumía de venerar, entre otras, sus reliquias. En palabras de Tomás María Garnacho “se sabe que en el siglo X se dedicó una iglesia en Olmedo a estos santos confesores, que no deben confundirse con otros del mismo nombre, que fueron mártires, a quienes en el siglo VI se daba ya culto en el monasterio de Samos, en Galicia”. La existencia de Julián y Basilisa no es, pues, una peculiaridad local. Sin ser una de las devociones más extendidas por Europa, en modo alguno fue desconocida durante la Edad Media, ni aquende ni allende los Pirineos, pero casi siempre referidas a los mártires de Antioquía. Se ponen bajo su advocación, por ejemplo, las iglesias románicas de Prados (Oviedo), como narra la versión rotense de la Crónica de Alfonso III, y las de ciudad de Salamanca (fundada en el primer tercio del siglo XII), Aistra (Álava), Ojacastro (La Rioja), dos en la provincia de Zaragoza: Bagüés (s. XI) y Bustasur, Rebolledo de la Torre (Burgos), Villarejo Seco (Cuenca), la desaparecida de Ruiforco de Torío (León), u otras ya renacentistas, como en Isla (Cantabria). Sancho el Mayor de Navarra funda el monasterio oscense de San Juan de la Peña englobando un templo anterior dedicado a estos santos, y se representa también su leyenda en una vidriera del lado norte de la girola de la catedral de Rouen, de mediados del siglo XIII
Se les nombra, por ejemplo, en los Cuentos de Canterbury de Chaucer:
“Juntos los dos esposos abandonaron el castillo y fuéronse a vivir a un país extraño, fijando su residencia a orillas de un caudaloso río, precisamente en un lugar en el que muchos pasajeros, al intentar cruzarlo, o se morían ahogados, o corrían muy graves peligros de perecer arrastrados por la corriente. Allí edificaron una gran hospedería para alojar gratuitamente a caminantes y pobres que por aquel sitio transitaban y allí se quedaron definitivamente san Julián y su virtuosísima mujer haciendo penitencia y obras de caridad, y ayudando a pasar el río a cuantos tenían necesidad de cruzarlo para ir de una a otra orilla del peligroso cauce”
Breve reseña:
La iglesia visigoda de San Pedro de la Nave se encuentra situada al noroeste de Zamora, a unos 22 kilómetros de distancia, en la localidad de Campillo, término municipal de San Pedro de la Nave-Almendra, en la provincia de Zamora. El templo se remonta a finales del siglo VII, pues debió construirse entre los años 680 y 711, es decir, en los años previos a la invasión musulmana, por lo que puede tratarse de una de las últimas obras del arte visigodo. Originariamente tuvo su emplazamiento a orillas del río Esla, pero, al construirse el embalse de Ricobayo, hubiera quedado sumergido en sus aguas, por lo que se decidió su traslado piedra a piedra a la actual ubicación. Esta operación se llevó a cabo entre los años 1930 y 1932. (Foto de Josemi Lorenzo, antiguo emplazamiento)
Las primeras referencias documentales del templo lo sitúan en el año 907, cuando el rey Alfonso III le dona el pueblo de Perdices. Aparece entonces con la denominación de San Pedro de Estula, por estar emplazado junto al rio Esla. Se denomina en el mismo documento Tunis al lugar en que se ubica. Contaba con una hospederia para peregrinos y era priorato dependiente del monasterio de Celanova. Al parecer, en el lugar donde fue construido existéa un poblado de origen romano y una pequeña iglesia de la que se aprovecharín diversos elementos, como pudo comprobarse con detalle en las obras del traslado.
Conocida actualmente con el sobrenombre de "de la Nave" a la barca (nave) que permitió franquear por ese punto inicial el curso fluvial del Esla, barca cuyos beneficios pertenecieron a su iglesia hasta la Desamortización[17]. Esta denominación de La Nave no se documenta antes de 1601. Toda la zona ribereña de este poderoso afluente del Duero estaba interconectada por medio de pequeñas barcas, asociadas a su correspondiente barquero. (En la imagen, de Josemi Lorenzo, detalle de un plano datado en 1766, donde se incluye la Barca de San Pedro de la Nave sobre el cauce del Esla).
El templo presenta la orientación litúrgica habitual, es decir, de forma que la oración litúrgica se realice mirando hacia el este. Esta orientación mantenida por los cristianos de Oriente se ha perdido, desgraciadamente en Occidente desde las reformas protestante y católica del siglo XVI; y digo "desgraciadamente" porque, con ella, se ha perdido en fuerte contenido simbólico que significa reflexionar que la Verdad y la Sabiduría nos viene del Oriente. Así, por motivos bíblicos y simbólicos, desde el siglo III, se veía al Cristo como "Luz del mundo" o "Sol de justicia" (Malaquías 4:2, Lucas 1:78 y Juan 8:12), al que (el que reza) espera durante la noche su venida gloriosa desde allí para juzgar a los vivos y a los muertos. La orientación arquitectónica de las iglesias se hace mirando hacia el este (en latín: Oriens), en cualquier parte del mundo salvo, como digo, las nuevas iglesias surgidas a partir del XVI.
Leyenda de la imagen
- Leyenda de la imagen
- Pórtico Oeste, entrada al templo.
- Nave. Crucero.
- Pórtico Norte.
- Pórtico Sur.
- Presbiterio.
- Estancia ¿Baldaquino?.
- Estancia ¿Baldaquino?.
- Altar Mayor, Ábside.
- HOROLOGIO.
- Pila bautismal.
- Sepulcro de los Santos Barqueros.
- Pila benditera.
Exterior de la Nave:
El módulo empleado en el replanteo y edificación del templo fue el de 80 cm. Esa es la anchura de sus muros; y todas las medidas de la fase primera, son múltiplos de ese módulo.El templo se inscribe en un cuadrado de 11,20 x 16,80 m. y su proyecto inicial, del cual el replanteo es original, consistía en un templo de planta de cruz central al modo bizantino, con el añadido de dos pequeñas celdas monásticas o "ergastulae" adosadas a los lados del presbiterio. Los monjes que iniciaron el proyecto, debían de conocer los modelos de Melque y Santa Comba de de Bande, ya erigidas. Y así lo transmitieron a los constructores locales que llevaron a cabo el replanteo y la edificación del templo.
Ningún problema en la cabecera y ergastulae. Pero al llegar al crucero tomaron conciencia de un grave error en el replanteo: el crucero sobre el que debían de alzarse los arcos torales no era cuadrado, sino que sus medidas de 3,20 x 3,40, hacían que la nave central fuese de mayor anchura. Este contratiempo hizo que se detuviera la edificación a partir de la séptima hilada de sillares, abandonando el proyecto inicial y continuando la obra un segundo equipo que lo resolvió a base de adosar a los muros de la nave central dos parejas de columnas con sus respectivos capiteles que reducen la anchura de la nave y permiten el apeo de los arcos torales. Ello coincide con el cambio del proyecto monacal inicial hacia el uso como iglesia secular, por lo que se concluye hacia poniente al modo basilical pensando no ya en la comunidad monástica sino en la población a la que daría servicio. Corrobora este extremo el hecho de que su horologio esté inconcluso, deteniéndose en el mes de marzo. Probablemente fue el punto del año de inflexión de estos acontecimientos por los que cambió la funcionalidad inicial del templo
Así pues, al contemplar la planta del templo, hay que hacer abstracción y pensar en que en ella vemos dos templos diferentes: el proyectado de inicio, de planta de cruz central con dos ergastulae adosadas al presbiterio; y el resultante de la intervención del segundo equipo como fruto del error de cálculo en el replanteo del primero que utiliza un módulo edificativo basado en el pie romano de 30 cm y que adecua su vertiente occidental a una nueva función, añadiendo dos naves laterales al brazo occidental de la cruz a fin de darle acabado de planta basilical
Fue realizada con sillería arenisca amarilla y rojiza de talla regular, posiblemente procedente de las canteras de Corrales del Vino, bien cortada y asentada en hiladas de gran regularidad, muy bien aparejadas sin uso de argamasa.Dispone de contrafuertes únicamente en la nave tramo 1, parcialmente absorbidos por los dos pórticos (4) y (5) añadidos en las fachadas norte y sur a la altura del transepto. En el exterior, fachada noroeste, unos huecos para vigas de madera y el color de la sillería, muestran indicios de una posible estancia monacal del tipo almacén, granero, etc. que no se ha conservado.
Interior
No nos permitieron tomar fotos del interior, ni aún sin flash. Intentaré descripción. Las dos estancias (7) y (8), se comunican con el presbiterio mediante una puerta y un vano en forma de triple arco de medio punto con columnillas, estando iluminadas por dos vanos. La nave central (2), como suele ser habitual, es más alta y ancha que las laterales y está separada de ellas por arcos formeros sustentados en recios pilares. En el lado de la Epístola, uno apuntado en el tramo 2 y otro de medio punto en el 3; el 4º tramo está cerrado por un muro. En la nave del Evangelio, dos arcos de medio punto cegados en el tramo 4 donde se expone el sepulcro (12) de los Santos Barqueros y otros 2 de herradura en los tramos 3 y 2. Las cubiertas son abovedadas en medio cañón, pero mientras las del cabecero y las de los recintos laterales se conservan en su original estructura pétrea, las de los tramos occidentales de las naves son de ladrillo volteado sobre los primitivos arranques de sillería. Los arcos son de herradura al modo visigótico. De ellos, los dos torales perpendiculares al eje de la nave principal quedan resaltados de los paramentos y apoyan parcialmente en columnas adosadas a los pilares. El arco frontal del ábside es también de herradura algo más cerrado y descansa sobre columnas adosadas a las jambas del hueco. En cuanto a la decoración, una de las más sobresalientes de la arquitectura visigoda, pueden apreciarse dos tipos de elementos de distinta concepción y debidos a distinto artífice: un ancho friso, que se corresponde con una hilada de sillares, que muestra una sucesión de círculos con variadas figuras vegetales y animales; y los capiteles de las columnas adosadas. Éstos son de una meritoria labra muy superior a la de otras obras antecedentes. Exhiben escenas historiadas extraídas de la literatura bíblica, como Daniel en el foso de los leones o El sacrificio de Isaac. Sus cimacios van decorados por medio de roleos en cuyo interior aparecen figuras de animales e incluso humanas. En el interior de la iglesia existe además un horologio (10) en forma tabular que se puede hallar inscrito en la piedra de los sillares de la parte izquierda inmediatos al arco toral. Este reloj está incompleto, pero forma parte de una de las joyas que pueden verse en la Iglesia.
Otras imágenes (fotos mías)
Detalle de ornamentación exterior con motivos varios: cruces inscritas en círculos, racimos de uvas, hojas, etc. En la última foto, dos estrechos vanos que permiten la entrada de luz sin afectar a la presión del muro de piedra.
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