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Se considera que el origen la literatura gótica se sitúa en Gran Bretaña, en particular durante el Romanticismo. Sin embargo, la primera aparición del término -gótico-, tiene lugar cuando el escritor Horace Walpole lo ubica como subtítulo en su obra El castillo de Otranto: Una historia gótica.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

et in Arcadia ego

El primer capítulo de mi novela favorita ("Retorno a Brideshead", de Evelyn Waugh) se titula "et in Arcadia ego" que, en latín, siginificaría algo así como "y yo (también estoy) en Arcadia" ¿Cuál sería la inspiración de Waugh para elegir este título?

Si se introduce estas palabras en los buscadores de Internet, nos llevará a multitud de páginas web en las que se analiza una pintura de Nicolas Poussin pintada en 1638, que se encuentra en el Museo del Louvre, y que lleva por sobretítulo "Los pastores de Arcadia". Sobre esta obra, multitud de escritores y filósofos han procurado interpretar su temática, simbolismo y significado; entre ellos, Felibien, Diderot, Panofsky y C.Lévi-Strauss.

En esta obra, se ven a tres hombres vestidos al estilo griego (algunos afirman que son pastores, al portar cayados), y una mujer ¿sacerdotisa?, contemplando una tumba. Todo ello, en un paisaje que sería el paraíso, al menos como éste se representaba en la época barroca. En este sentido, Arcadia (del griego: Ἀρκαδία) era una provincia de la antigua Grecia que, con el tiempo, se convirtió en el nombre de un país imaginario, creado y descrito por diversos poetas y artistas, sobre todo del Renacimiento y el Romanticismo. En este lugar imaginado reina la felicidad, la sencillez y la paz en un ambiente idílico habitado por una población de pastores que vive en comunión con la naturaleza. En este sentido posee casi las mismas connotaciones que el concepto de Utopía o el de la Edad de oro. Por tanto, la traducción podría ser "también yo -la muerte- estoy en el Paraíso"

Las interpretaciones del simbolismo de esta obra, se pueden resumir en dos tendencias: la primera, es un recuerdo de que la felicidad que mana de las cosas materiales, es finita. Todos los placeres están limitados por la muerte. La segunda, tendría un matiz más teológico, y contemplaría el cuadro afirmando que, también la muerte, está en el paraíso pagano. Por tanto, Arcadia no sería el verdadero paraíso si es que por este entendemos la vida eterna o, en otras palabras, el paraíso cristiano.










Sin embargo, esta obra de Poussin, no es la primera que ronda el tema. Los buscadores de Internet olvidan que hubo dos anteriores: una también del propio Poussin, pero pintada unos años antes, en 1630 y que forma parte de la Devonshire Collection. En ella, cambia los personajes y sitúa una pequeña calavera sobre la tumba.






La segunda, más anterior incluso, es de 1623 y corresponde a otro pintor, Guercino, y que representa a dos pastores meditando delante de una gruesa calavera colocada en primer plano, dobre un bloque de piedra. La fórmula "et in Arcadia ego" adquiere su total significado: «y yo también estoy aquí, existo, incluso en Arcadia». Así pues, es la calavera la que habla, para recordarnos que, incluso en la más feliz de las moradas, los hombres no escapan a su destino.



No puedo resistirme a volver a "Retorno a Brideshead", novela que recomiendo, así como la serie de 1981, de Granada Television (jamás la película de Julian Jarrold, de 2008, que prostituyó la obra de Evelin Waugh). El primer capítulo nos muestra un ambiente paradisíaco: dos jóvenes que se encuentran y conocen en Oxford, sin otra preocupación que las clases, la vida en los Colleges universitarios, los paseos en barca y coches descapotables, las vacaciones en un maravilloso castillo de la campiña.... pero, "et in Arcadia ego". Y, hasta ahí, puedo leer.

3 comentarios:

  1. No dejamos de aprender con Ud, caballero. Efectivamente, conocía la frase de la novela que mencionas. Es interesante conocer su origen a través de la obra de Poussin, y sobre todo, el simbolismo que desde ella se extrae.

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  2. Hola. Es muy curioso loq ue he leído. Esa misma frase la tiene escrita el Juez Holden de "Meridiano de Sangre" de Cornac McCarthy en la culata de su fusil y también es la frase con la que comienza "La aldea perdida" de Armando Palacio Valdés.

    Imagino que saldrá en más novelas que desconozco.

    Belén

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